¡Qué bien se siente percibir el suelo de la realidad con la planta de mis pies!, por primera vez siento la vida en pies descalzos. Por primera vez en muchos años me quito unos zapatos de concreto que no quería llevar y los coloco de lado para acariciar con mi piel la vida. Era un calzado que pesaba y me obligaba a caminar una vereda que no tenía por qué transitar: ¡tu vereda!. Pero ahora vuelvo a ser dueña de mi propio destino y por fin mi sonrisa es sincera, no hay falsedad en ella, ya no me siento obligada a reír por cosas que no me pertenecen y que no quise tener.
Ahora, camino por la vida que elegí, no la que tú me impusiste; mis pisadas dejarán una huella genuina, ya no llevo esos zapatos de concreto que me pusiste para que no me alejara. ¿Acaso nunca te diste cuenta que no podías enjaular mi corazón? Nunca fui tuya, pero estuve cautiva en una jaula que pude abrir en cualquier momento, solo que no tuve el valor, pero ahora si lo tengo y de sobra. Dejo a un lado ese pesado calzado y corto cualquier atadura. Felizmente voy caminando hasta un nuevo amanecer. ¡Los próximos zapatos los escogeré yo!.