AC/DC es AC/DC y lo ha sido por más de 5 décadas, a estas alturas no sé que más se les puede pedir… y no entiendo a quienes critican con la vana afirmación “es más de lo mismo”; quien diga eso simplemente no entiende lo que ha hecho la banda y quizá tampoco no conoce verdaderamente el género rock. En «Power Up» (PWR/UP), AC/DC tarda menos de 20 segundos en ofrecer el sonido de rock del que fue pionera la banda australiana para demostrar a todo volumen que están de vuelta y que aún tienen mucho por ofrecer. El disco está dedicado a Malcolm Young y su ausencia se nota, aunque mucho menos que en el trabajo anterior “Rock Or Bust” de 2014.
Esta decimoséptima oferta de las leyendas australianas los ve entregando una carta de amor al rock and roll en un momento en el que consideran que su poder desenfrenado posiblemente nunca ha tenido más demanda, tras el regreso de la formación clásica, sobre todo con en la voz. Sin duda este disco simplemente trae el poder del rock’n’roll que otra música no puede alcanzar y que tan falta hace en una industria musical mediocre, llena de falsos artistas y escasa de imaginación. La hacía falta el 2020 un disco así.
Los devotos de AC/DC sin duda se deleitarán con la pura alegría de escuchar a la banda. Insisto en que hace Malta Malcolm, pero su espíritu ocupa un lugar preponderante en el álbum, porque su hermano Angus se aseguró de que el disco presentara la amplia gama de ideas de guitarra y riffs que había aprendido de su hermano en las décadas anteriores. Por otro lado la sección rítmica de bajo y batería de Rudd y Williams vuelve a sonar palpitante y sólida como en antaño, sirviendo de sustento en todo momento a la voz de Brian.
El legendario quinteto demuestra estar en buena forma desde el principio. Empiezan las cosas con el rockero de adrenalina «Realize» que engancha desde el principio. «Rejection» presenta un riff completamente contagioso, que funcionará de maravilla en los conciertos para mover multitudes. «Shot In The Dark» está repleto del veneno de la voz de Brian más un sonido cálido y grueso de guitarra que son un elemento básico de AC/DC como el uniforme escolar de Angus Young. Melodías pegajosas, coros robustos y ritmos contagiosos enmarcan a «Witch’s Spell«, rememorando el metal de los ochenta. Sin duda de este disco saldrán futuros clásicos de la banda que se mantendrán en sus repertorios.