Para Esther Abrami
Una delicada figura me miraba de frente y repentinamente todo dejó de importarme… luego de unos 10 segundos de miradas encontradas comenzó a tocar y dibujaba aros de fuego con la música que extraía de su instrumento. Caminaba en punta de pies tan delicadamente que cortaba el aire y me di cuenta que su violín era una extensión de su personalidad.
Por: Roberto C. Palmitesta R.
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