Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald
La segunda precuela de «Harry Potter«, «Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald«, resultó ser todo un éxito de taquilla de gran presupuesto y lo interesante es que la escritora J.K. Rowling sigue llevando temas que reflejan los problemas del mundo real a la ciencia ficción, quizá en un intento de que la gente pueda tomar conciencia al mismo tiempo que se divierte. Ciertamente, todo el imperio literario y cinematográfico de la autora se sustenta en una base de temas morales y sociales, explorados a través de una batalla épica y clásica entre el bien y el mal para hacerlos accesibles para todas las edades. Pero mientras que la saga de «Harry Potter» logró apoderarse de la preferencia de millones de espectadores, el universo derivado de »
» todavía intenta explicar algunos de los orígenes del mundo mágico que Rowling creó.
Parte del equipo sigue siendo el mismo, Rowling ha escrito los guiones de las «Animales fantásticos y cómo encontrarlos» de 2016 y ahora su secuela, «Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald«; David Yates, quien dirigió las últimas cuatro películas de la serie «Harry Potter«, también es el director de estas dos películas. Pero es casi como si Rowling quisiera meterse demasiado, y nadie está dispuesto a sugerir frenar ese instinto. De hecho, aquí se encuentra la magia, así como la maravilla visual, pero también hay una gran cantidad de personajes y tramas bien complejos y que aún no se desarrollan por completo.
La cinta muestra nuevas criaturas de gran belleza, que representan varias moralejas. Quizá uno de los mensajes centrales es el poco conocimiento del hombre sobra las bondades y los beneficios de las otras especies y de cómo dependemos de ellas en el ecosistema mundial; quizá debamos esforzarnos mejor en entenderlas y aprender de ellas, antes de destruirlas, algo que se relaciona con la triste problemática de las especies en peligro de extinción.
Sin embargo «Los crímenes de Grindelwald» es mucho más que su predecesor, que estaba atado a las necesidades narrativas fundamentales de la construcción del mundo y tal vez dependía demasiado de sus extrañas y maravillosas criaturas. Lo cierto es que esta película, tanto como su predecesora se muestran más dinámicas e interesantes que las tres últimas películas de la saga Harry Potter, un tanto aburridas y lentas, con un final decepcionante y que debió ser tan épico como el de los libros.
Eddie Redmayne vuelve a dar vida a Newt Scamander, un mago, científico y “magizoólogo” quien sigue siendo el centro de estas películas. Él mismo tiene la magia en la punta de sus dedos, está destinado a ser el conducto entre este mundo complicado y la realidad, pero es más con sus valores que con la magia con lo que logra conquistar. La escena en que Dumbledore le dice: “si hay algo que admiro de ti es que no buscas ni fama, ni poder” lo dice todo. Scamander representa al hombre común, con timidez y temor de hablarle a las damas, sin porte físico impresionante, que al principio pasa desapercibido pero que con lo que lleva en su corazón es capaz de lograr grandes cambios.
La película comienza con el temido mago oscuro Gellert Grindelwald, un oscuro Johnny Depp, que regresó del final de la entrega anterior, organizando una audaz fuga de la prisión mientras era trasladado desde Estados Unidos a Inglaterra en una noche oscura y tormentosa. Su intención es reunir a todos los magos de sangre pura de todo el mundo para que se levanten, tomen el control y gobiernen a las personas no mágicas. – No-Majs, como se les conoce en EEUU, o Muggles, como se les llama en Inglaterra. No es nada sutil Depp, sin embargo, reduce la rareza caprichosa que lo caracterizó especialmente con las películas de Tim Burton, y en su lugar encuentra una quietud y una profundidad resonante y villana en su voz muy bien logradas, porque se agradece en un actor que se divorcie en un 100% de sus personajes anteriores, algo que pocos logran en un 100%.
Maravilloso resulta ver al gran Dumbledore interpretado por otro actor de prestigio como lo es Jude Law, quien debe enfrentar a Grindelwald pero no puede hacerlo por sí mismo porque tuvo una relación muy íntima en su juventud e hizo un pacto de sangre de no agresión, entones encomienda a Newt, su alumno, la difícil tarea. Aquí entra en juego otro de los dilemas morales que Rowling lleva a sus historias. Ella ha declarado previamente que Dumbledore es gay, y lo ha dado a entender con su pluma, entonces la conexión sugerida del maestro de los magos con Grindelwald expande esa idea intrigante, pero que el guión evitar profundizar en su posible romance.
Newt también tiene su propio amorío con la dulce y asustadiza Tina Goldstein (Katherine Waterston) una “auror” estadounidense preocupada por involucrarse con Newt porque sospecha que aún está enamorado de su compañera de la infancia Leta Lestrange (Zoe Kravitz), quien está comprometida para casarse con el hermano de Newt, Theseus (Callum Turner), que es un funcionario del Ministerio de Magia. ¿Enredado? Y eso no es todo…hay más, pero la narrativa lo hace de manera audaz, sin aburrir y con mucho encanto.
Queda mucho por descubrir y entender en el mundo mágico de JK Rowling, las expectativas son grandes con la tercera parte, donde veremos a Dombledore luchar contra Grindelwald, mientras que Newt seguirá buscando combatir el mal y dar el justo lugar a sus creaturas. ¿Cuántos secretos de la saga Potter serán develados? Habrá que esperar y ver, son varias las tramas que comenzaron a desarrollarse en las dos primeras películas y vale preguntarse ¿habrá tiempo suficiente para darles el justo desenlace en una sola película?.
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