Saliste a buscarme luego de una noche llena de estrellas, pero no me encontraste a tu lado, así que corriste al desnudo, con una sola preocupación: No perderme. No estaba en la tierra y fuiste buscarme al cielo, no pensabas con claridad y te subiste al tejado de aquella casa, pero… ya era de día y no había estrellas, solo una: El sol.
No me encontraste y te quedaste en el tejado, contemplando el horizonte y pensando en el por qué había desaparecido. Te rosaba la brisa fría mañanera y luego te abrazaba el sol, pero tú no tenías ni frío ni calor… solo querías que te volviera a tocar y que nos fundiéramos en un solo ser a través del infinito.
Tus ojos estaban posados en el horizonte, pero repentinamente sentiste una brisa tibia en tu cuello, volteaste y tu mirada triste se topó con la mía, y en pocos segundos la alegría se paró sobre la melancolía. Me abrazaste con mucha fuerza, pero con ternura al mismo tiempo, no querías soltarme y empezaste a besarme con locura. Intenté cargarte para llevarte a la alcoba nuevamente, pero tú preferiste que aquel tejado fuera el escenario de una explosión de pasión.
El sol nos abrazaba, las nubes nos refrescaban, el techo temblaba, las aves miraban extrañadas. El tiempo pasó y nuestros cuerpos yacían pegados, como si fuéramos uno. Ya era más de medio día y perdimos la noción del tiempo. Ya no contemplabas el horizonte… el horizonte nos contemplaba a nosotros, aquellas tejas se convirtieron en lecho de placer y lujuria de dos personas se quieren con entrega.
¿Qué iba a pasar luego? Tú no querías soltarme y yo luchaba contra las fuerzas de otro universo por quedarme allí a tu lado…. solo eso me importaba, quedarme a tu lado, quería cambiarlo todo por ti, no quería bajar de aquel tejado para enfrentar mi destino, pero ¿qué sucede cuando la razón domina al corazón? ¿Quién ganará? ¿La pasión y el amor o el deber y la obligación?
Modelo: @melaniedetoni
Foto: Davide Santoro