Threshold trae su álbum de estudio Nº 11 con “Leyends of the Shires”, el cual, pese al título y al diseño del arte gráfico, no tiene nada que ver con la literatura de Tolkien. Este disco doble es una de las producciones más completas y ambiciosas que ha lanzado esta banda británica en toda su carrera que data desde 1988. También es el resultado de un proceso de creación muy orgánico y natural, y eso se siente a cada segundo.

A lo largo de 14 temas Threshold despliega su inteligencia para conjugar distintos estilos: hard rock melódico, rock progresivo, heavy metal y thrash metal entre otros. El guitarrista Karl Groom y el tecladista Richard West ponen de manifiesto toda la química y camaradería que existe entre ambos para componer. Además, este disco abre una nueva etapa con el regreso del vocalista Glynn Morgan (con el que habían grabado el álbum “Psychedelicatessen” en 1994), quien sigue demostrando ser un gran cantante, poseedor de una voz versátil y emotiva.

“The Shire (Part. 1)” es la introducción casi en acústico que da la bienvenida y abre el camino a temas tan completos y diversos como “The man who saw through time”, que muestra todo lo que es capaz de hacer una banda madura y experimentada como Threshold; “Small Dark Lines” es un corte directo, rápido y pesado, donde se sientan con fuerza las influencias del metal; “Trust the process” también lleva la marca de la potencia de las guitarras y unos teclados muy sinfónicos junto a la polivalencia de la voz de Morgan que se hace sentir; “Stars and satélites” es muy sublime y atmosférica mientras que “On the edge” arremete con fuerza especialmente gracias al trabajo del baterista Johanne James, con un sonido de órgano hammond potente que lo acompaña, marcando los cambios de tempo con estilo.

“The Shire (part. 2)” contiene unas melodías hermosas y una carga emotiva que se refleja en la voz de Morgan para cautivar al oyente, además tiene elementos del pop – británico de alta factura que le pueden otorgar aceptación masiva; “Snowblind” es otro tema pesado que recoge elementos del thrash norteamericano pero sin perder la esencia melódica; “Subliminal Freeways” es el tipo de canción que tiene tantos detalles que merece ser escuchado varias veces para poder captarlos todos; “State of Independence” es una balada muy bien escrita, ideal para cantarla en los conciertos con las luces apagadas.

Un trabajo predominante de guitarras se siente en “Superior machine”, más que todo por unos ritmos fuertes y pegajosos; “The Shire (part. 3)” es otra instrumental llevada por los teclados que sirve de pausa e introducción a “Lost in Translation”, un corte muy progresivo con sus 10 minutos de duración, soportado en unas guitarras épicas y una labor de sintetizadores de la vieja escuela; finalmente la banda sorprende con otra  balada para el cierre del recorrido musical titulada “Swallowed”, que envuelve con sus melodías, arreglos y unos mensajes muy sublimes desde el punto de vista lírico.