José Agustín Sánchez es un compositor, director y pianista venezolano quien literalmente le ha dado la vuelta al mundo con su música. Desde muy temprana edad en su San Cristóbal natal encaminó su vida por el amplio mundo de la música. Al terminar su bachillerato, cuando apenas tenía 16 años se fue a desarrollar su pasión en Cambridge y en Gales, donde durante 3 años se desempeñó como pianista dando conciertos alrededor de Europa y se graduó en el prestigioso Atlantic College of the United World College (Gales, Reino Unido). Por su rendimiento académico y profesional la universidad de Bard College en Nueva York le ofreció una beca para educarse en el mundo clásico de la composición y dirección de orquestas.
Ratificó su pasión por la composición cuando le ofreció un concierto de piano a los reyes de Holanda, con un repertorio latinoamericano, lo que marcó su vida (experiencia que se describe en esta entrevista). Pero el maestro José Agustín no solo se dedica a componer, a tocar o a dirigir; es un artista con una gran sensibilidad humana y se preocupa por la problemática tanto mundial como de Venezuela, por lo que sus obras siempre buscan dejar un mensaje que proponga soluciones o que transmita ideas positivas y eso se ve poco hoy en día. Se preocupa por la naturaleza y le interesan temas como el calentamiento global y la paz mundial.
Ha explorado musicalmente, y físicamente lugares exóticos y remotos del África, así como países del continente asiático entre ellos India, China, la cima del mundo con el monte Everest y hasta recorrió el corazón del Amazonas. No escapó a los encantos del territorio europeo y también vibró con las grandes metrópolis de Norteamérica. También lo envuelven el encanto de Los Llanos venezolanos, la cordillera andina, las aguas del Mar Caribe o el desierto de Carora. Su música es un discurso multicultural y escénico, con el que el espectador se traslada a hermosos escenarios, pero que al mismo tiempo busca unificar y compartir ideas de paz y de unión.
Es autor de la obra Cinco discursos de paz que le ha dado la vuelta al mundo musical y la compuso nada menos que mientras visitaba el campamento base del Monte Everest, luego de haber recorrido buena parte del Himalaya. Otra de sus obras con la que ha ganado mucho reconocimiento es Amazónica, que conjuga ideas musicales inspiradas tanto en África como en el Amazonas venezolano. Quiere hacer música que explore y dé a conocer los mitos y leyenda de la cultura popular venezolana como La Leyenda de El Silbón y ya está terminando otra obra inspirada en La Sayona.
En la Venezuela actual, en la que muchos jóvenes emigran del país, José Agustín decide más bien regresar, porque considera que su país lo necesita y que con su música puede aportar en la construcción, la unión y la paz. En una extensa entrevista llena de detalles y anécdotas, este insigne músico venezolano cuenta cuáles son sus planes futuros que incluyen estrenos, conciertos y lanzamientos discográficos. Revela cuáles son sus fuentes de inspiración, relata en forma emocionante sus vivencias en los países del continente asiático que logró visitar cuando estaba de gira, ofrece sus opiniones sobre cómo debería ser la escena musical venezolana para los compositores y entre otras cosas, hasta explica cómo componer música para una orquesta de más de 150 integrantes con un instrumento tan pequeño como la melódica.
CM: ¿Cómo surge su inspiración para componer? Por lo visto usted encuentra en el contacto con la naturaleza y en el intercambio cultural una fuente fidedigna de inspiración para componer.
José Agustín Sánchez: La inspiración para mí surge desde una perspectiva de observación y de contemplación. Es importante tratar de sublimizar mi interior, generalmente trato que todos esos temas vengan de un contacto tanto natural como cultural, tratando de reflejar la realidad del momento histórico en el que estoy viviendo, donde me sitúo, en medio de todo este avance cultural y tecnológico, con este mundo tan globalizado. Hay que dejar que la música lleve un mensaje, la inspiración puede llegar en cualquier momento y me he considerado un receptor donde logro sensibilizar los sentidos para postrar en el papel por medio de la música un mundo invisible que está presente, que en cierta forma la naturaleza nos lo expresa y lo paso al mundo orquestal, al mundo sinfónico. La cultura siempre es un aspecto importante en mi inspiración, la contemplación de la gente, hacia las actividades cotidianas, observar el flujo, el ritmo de que carga la sociedad y muchas veces eso está conectado con la naturaleza que rodea cada cultura.
CM: La obra Cinco discursos de paz, es una de sus más representativas ¿A qué se debe y por qué cinco discursos? ¿Qué quiso transmitir? ¿De dónde viene esa necesidad de hacer música para la paz?
José Agustín Sánchez: Nace de un viaje que tuve por el Asia donde las características en que se desarrolló el recorrido fueron muy peculiares. Tuve la oportunidad de ganar un premio a la excelencia por mi trabajo, que me otorgó libertad absoluta por un año, estuve libre de viajar y de observar sin preocuparme por ningún tipo de financiamiento, libre para dedicarme a crear y a contemplar. Luego de varios meses viajando por en China, Tailandia, Cambodia y Laos, terminé en Nepal, donde después de largos meses sentía una necesidad espiritual de embarcarme en un viaje que cambiaría mi vida y que estaría rodeado de un silencio abrumador, entonces me aventuré hacia el Himalaya, y estuve ubicado a unas alturas en las que había un silencio quizá hasta ensordecedor, que logró despertar un sentimiento en mí que no había sentido antes y es ese sentimiento de paz, que muchas veces lo confundimos con la felicidad o la satisfacción, pero que son sentimientos diferentes. En muchos momentos logré a sentir nostalgia, tristeza y reencuentros con mi vida pasada durante esas largas horas de caminata que comenzaban en la madrugada, para seguir ascendiendo y ascendiendo hasta llegar al campamento base del Everest. Siempre predominó en mí un sentimiento de paz y era algo que cuando vivía en Nueva York no había vivido a tal detalle. Supe que la obra era un mensaje que me llegaba a mí en esa montaña, rodeado de picos tan altos, con esas vistas y que quería mostrar y llevar hacía mi país.
En esos momentos quería escribir una obra que en cierta forma llevara la consigna de Venezuela, con los colores que la representan y que fuera una obra conectada con la realidad que vivía mi país y el continente americano, y que este viaje por regiones tan lejanas, con culturas tan diferentes a la mía, tuviera un mensaje que no solo fuera mío, sino que pudiera transmitir a las personas que pudieran escuchar esta obra, entonces así fueron naciendo estos cinco discursos para la paz.
Esta obra inicialmente fue concebida para un festival en Francia al cual yo fui invitado en representación de El Sistema, se llamaba Presencia y estaba organizado por la Radio Francia, el formato que pedían era una obra de 10 min y yo quise dividir esos 10 minutos en cinco discursos. Además el número 5 tiene una simbología muy interesante en la cultura Hindú, que embarca mucha sabiduría. En nuestra cultura el número bíblico es el 7, pero en la cultura Oriental el 5 tiene mucho que ver con los elementos y busqué darle ese toque representativo de esas culturas que pude visitar.
CM: Al estar en el Himalaya, tan cerca del Everest, un escenario tan único e imponente, imagino que las ideas fluían para componer ¿cómo iba usted imaginando o plasmando el rol que iba a tener cada instrumento conforme lo que usted iba viendo?
José Agustín Sánchez: Mi ritmo de composición durante ese recorrido consistía en un horario, a las 5:00 am me levantaba, desayunaba y comenzaba el ascenso, uno contaba con la mañana para las largas caminatas que duraban entre 6 y 8 horas, ya a las 3:00 pm se consideraba inseguro caminar porque el clima podía cambiar drásticamente y nadie quería quedar atrapado con el mal clima en esos senderos. Entonces aprovechaba las mañanas para caminar, me concentraba muchísimo porque se necesita una resistencia física considerable y yo no me considero un montañista o deportista serio, acostumbrado a hacer montañismo como deporte a nivel profesional, más bien soy un aficionado que quería conocer.
Al principio de este recorrido por el Himalaya me costó llevar el peso, llevar el teclado, la computadora con la que hacía mis notas, el instrumento y demás equipos, todo eso agregaba una dificultad al ascenso. Una vez que llegaba cerca de las 2:00 pm a los pequeños refugios donde me quedaba, entonces allí me cambiaba, tomaba un baño, comía y me sentaba a meditar o a contemplar el paisaje. A veces me encontraba a uno que otro escalador que iba en su propio recorrido, eran momentos solitarios, no había flujo de gente y a veces podía pasar días sin encontrar gente que estuviera en ascenso o descenso, solo estaban los Sherpas que me daban la comida y el alojamiento. Todas estas experiencias iban construyendo las melodías, los pensamientos iban recorriendo melodías, las ideas. Uno de los movimientos se llama EL sonido del Rhododendron, que es un árbol que crece a más de 3 mil metros de altura, que da una flor muy bella y especial, y este fue un detalle que me cautivó muchísimo. En algunas de mis caminatas tomaba recesos de 10 a 15 minutos donde me sentaba a descansar y a escuchar, entonces iban surgiendo las melodías que interpretaba con mi instrumento, la melódica, y que una vez al llegar al alojamiento me sentaba a escribir y plasmar cada una de las melodías.
CM: Usted ha logrado unir en su música elementos de la tradición cultural de distintos países. ¿Cómo se logra este acercamiento a distintos mundos de la composición?
José Agustín Sánchez: Creo firmemente en que la música es el lenguaje universal y cada vez que he tenido la oportunidad de apreciar música folklórica de cada cultura que he podido conocer, me he dado cuenta que hay elementos en común entre todas ellas, por ejemplo una tercera menor o una tercera mayor, donde quiera que estén, es lo mismo, hay ciertas emotividades, intervalos o frecuencias que tiene la música que generan un llamado muy íntimo hacia el espíritu entonces eso siempre ha estado presente; los ritmos, la parte rítmica siempre crea un despertar físico en los oyentes. Entonces mi acercamiento hacia entender otras culturas lejanas a las de nosotros por medio la música comienza desde la contemplación y de entender qué es lo que ellos plasman, y cuál es su comportamiento dependiendo a lo que ellos van escuchando. La música tiene ciertos aspectos y hace que las personas se comporten con ciertas características, entonces yo siempre he estado analizando eso y tratando de incorporarlo en un lenguaje más universal, con una plantilla sinfónica, para que los instrumentos puedan tocar y desarrollar esos mensajes que se dan a nivel cultural.
CM: ¿Qué quiso usted representar con la obra Amazónica? ¿Tuvo usted un encuentro con el Amazonas venezolano antes de componerla?
José Agustín Sánchez: Amazónica nace de cuando yo era un estudiante y estaba dando una conferencia en Nueva York sobre el calentamiento global, que fue un tema muy fuerte durante la primera candidatura del ahora presidente Barack Obama, yo me encontraba en esa conferencia y entonces quise hacer algo musicalmente sobre este problema global que hoy en día estamos enfrentando. En ese momento, antes de viajar al Amazonas, tuve la oportunidad de viajar a África, específicamente a Ruanda, el Congo y a Kenia. En ese viaje me reuní con un amigo que se encontraba enseñando música en una escuela en la capital de Ruanda, quien me invitó para que yo pudiera conocer un poco sobre los ritmos tradicionales de esta región y me habló sobre una tribu que tenía unos rituales con los que conectaban con la naturaleza para entender los cambios climáticos, por ejemplo si estaban en sequía, hacían ciertos rituales para llamar a la lluvia, entonces había una conexión muy grande entre la música y la naturaleza, y esto me llamó mucho la atención. Además yo siempre he considerado a África como uno de los continentes pioneros de la percusión en el mundo, siempre me llamaron mucho la atención sus ritmos y cómo los conectan con la naturaleza.
Yo emprendí este viaje por el continente africano de reconocimiento musical en 2011, como recolección de ideas y material informativo para comenzar a jugar con las ideas que darían forma a la obra. Después de este viaje, cuando ya la obra tenía más cuerpo y una idea más concisa, es cuando decidí que se iba a llamar Amazónica, pese a que venía de visitar África porque considero que existe una conexión entre ambos mundos.
El Amazonas por ser considerado como el principal pulmón del mundo, decido enfocar la composición hacia esta gran selva venezolana. Para ello emprendí un viaje hacia el sur de Venezuela, visité el Tepuy Roraima, Canaima, la Gran Sábana y la selva amazónica, entonces luego unifiqué esta experiencia con las ideas que ya había creado en África, hacia una obra dedicada a una parte de Venezuela que aún permanece virgen a nivel natural.
CM: Usted también se ha dedicado a representar distintas manifestaciones culturales de Venezuela, en el caso de la obra El Silbón o la Leyenda del Diablo de Carora, también está componiendo una obra dedicada a La Sayona. ¿Cómo hace para representar con música las características de estos personajes?
José Agustín Sánchez: Considero que las leyendas de Venezuela representan un patrimonio cultural y literario muy hermoso y muy rico, pero que aún no ha sido lo suficientemente explotado musicalmente. Ha habido artistas que han realizado algunos trabajos, tanto en el rock con Paul Gillman o en el campo sinfónico con el maestro Antonio Estévez quien retrató e inmortalizó con la Cantata Criolla la Leyenda de Florentino y el Diablo. Sin embargo tenemos muchas otras historias que ameritan que los compositores las inmortalicen a sus obras, que las orquestas puedan tener repertorio que conecte mucho con ellas.
Las leyendas de Venezuela son muy amplias, en el caso de la obra La leyenda de El Silbón, se trató de uno de mis primeros trabajos, tratando de englobar las leyendas y llevarlas a un nivel sinfónico. Las ideas surgen de la convocatoria al I Concurso de Composición Simón Bolívar. Vale recordar que desde niño siempre he desarrollado una atracción muy grande por los mitos y leyendas venezolanos, entonces mi familia siempre me regalaba discos y libros alusivos, por lo que siempre lo tuve presente. Un diciembre en Nueva York, escuché la leyenda de EL Silbón en un CD que me había regalado mi mamá, entonces cuando escuché ese primer silbido, tuve como una revelación y me dije: “esto no se ha llevado al plano orquestal y me gustaría plasmarlo en una obra” y así comencé.
Hoy día estoy trabajando en La Sayona y la forma en que yo dibujo o trato de plasmar estos personajes en la música es muy visual, por eso es que quiero que la audiencia tenga la oportunidad de escuchar y conocer estas leyendas. Para ello, en el concierto donde presenté a El Silbón con la Orquesta Sinfónica Juvenil de Lara conté con el Teatro Andante de Barquisimeto que siempre dramatizan a El Silbón, para que el público pueda reencontrarse con su folclore y entender los detalles, porque eso se ha perdido y las nuevas generaciones se van a otros géneros musicales, y se olvidan de estas historias que tenemos, entonces se corre el riesgo de que se pierdan y se olviden para siempre.
Trato de ser gráfico, para generar reencuentro con la historias y que sus personajes cobren vida propia con los instrumentos, que exista ese suspenso y ese romanticismo que está presente en las coplas llaneras. Siempre trato de mantener una línea estética que exprese todos estos detalles del folclore venezolano y tratando de desarrollarlo con las nuevas tendencias de la música académica, así como de mi propia música.
CM: Usted compuso parte importante de su trabajo con un instrumento muy peculiar como la melódica. ¿Cómo llegan las melodías tocadas con un instrumento tan pequeño a convertirse en una obra sinfónica interpretada por más de 100 músicos?
José Agustín Sánchez: La melódica es un instrumento que yo desconocía, cuando empiezo mí recorrido en Asia, después de varios meses sin tener un instrumento para plasmar melodías, conocí a “la melódica” cuando la tocaba un niño en un parque ubicado al norte de China y me llamó muchísimo la atención porque no tenía idea de que existía. Inmediatamente tuve una conexión muy fuerte con el instrumento, de hecho la que tengo hoy día la llamo “el amarillo” y ni siquiera considero que es un instrumento, lo veo como una entidad, un espíritu, una vida propia. Para mí el amarillo representa una voz que me habla, da un mensaje, una melodía, es muy espontáneo, simplemente se expresa. Debo confesar que no me imagino si tal melodía es un oboe o un violín, trabaja de forma diferente, simplemente escucho el mensaje, la sonoridad, el tiempo, el color que muchas veces que plasma y allí es que comienzo a trabajar en la orquesta, empiezo a drenar desde el mensaje que escuché y las ideas que voy teniendo.
Es complicado explicar cómo funciona, no es que el amarillo toque todos los instrumentos de la orquesta, simplemente es una voz, un mensaje que llega de un momento a otro, es una voz y de allí van saliendo los diferentes instrumentos. Es complicado de entender pero yo siento que más que todo está en la cabeza, en parte de la imaginación, de la creatividad, del cómo jugar con ese instrumento y con las ideas que uno tiene pero que en el momento no cuentas con un piano y la riqueza y versatilidad sonora que tiene, sino simplemente son ritmos que uno siente que en cierta forma debes adaptar al momento en que uno está, imaginando la orquesta y las sonoridades que uno quiere para irlos plasmando a las distintas secciones de las orquestas.
CM: ¿Cuándo supo usted que se dedicaría principalmente a componer y no a ser sólo un intérprete?
José Agustín Sánchez: Como pianista, desde muy temprana edad, había una parte en mis conciertos en la que yo improvisaba, eso me trajo muchos problemas con mis maestros de piano, porque querían que yo me apegara al repertorio clásico, académico. Al final de cada concierto regalaba una improvisación entonces desde niño siempre tuve la inquietud y la necesidad de tocar cosas que no estaban plasmadas en la partitura y de querer expresarme con notas que no existían, muchas de ellas eran arreglos o adaptaciones que yo simplemente sentía que necesitaban un toque más personal. Entonces luego los conciertos se desarrollaban la mitad repertorio clásico y la otra mitad repertorio latinoamericano en el que yo improvisaba obras propias y melodías que a veces no sabía escribirlas, simplemente las improvisaba.
Así fueron pasando los años en Inglaterra y hubo un concierto en el que yo me estaba preparando para tocarle al Príncipe de Holanda, quien hoy día es el Rey de Holanda. Había pasado meses preparando un repertorio europeo muy difícil. La familia real holandesa fue al Castillo de Gales, al Atlantic College donde yo estudiaba. Antes de salir al concierto, en el camerino, uno de los representantes de la familia real me pregunta si yo iba a tocar alguna obra latinoamericana, específicamente algo de tango. La persona me comentó que la esposa del Rey es Argentina y que en su boda trajo a uno de los mejores bandoneonistas del mundo para interpretar un tango llamado Adiós Nonino y que había sido algo muy emotivo, por lo que querían saber si yo podía interpretar algo de tango. Esta experiencia me hizo verme en un espejo y me cuestioné a mí mismo, por el hecho de que yo había invertido una gran cantidad de tiempo en un repertorio que si bien es cierto es muy importante y muy necesario, pero no representaba el lugar del cual yo venía y de lo que yo estaba hecho.
Entonces corrí el riesgo de poner a un lado el repertorio europeo que había preparado e improvisar un concierto que comenzará a recorrer musicalmente a Latinoamérica, comenzando por Venezuela y sus llanos, los valses venezolanos, que luego bajara por la cordillera andina, pasara por Ecuador y Perú con sus valses, hasta la música brasilera y que finalizar en el sur con Argentina y sus tangos, para interpretar Adiós Nonino, que ya había escuchado y refresqué en Youtube, entonces la improvisé. Mi profesor de piano estaba asustado, pero el concierto fue todo un éxito. La familia real holandesa agradeció mis palabras iniciales en las que yo les explicaba que ellos ya habían escuchado las obras europeas que pensaba tocar inicialmente, que eran de Liszt y Chopin, compositores que ellos conocían mejor, y que yo quería ofrecerles un diálogo cultural diferente, un viaje musical de mi tierra y que era lo que yo representaba. Este gesto cayó muy bien y desde ese momento mi profesor de piano me recomendó que debería dedicarme más a escribir que a tocar y drenar toda la musicalidad que venía acumulando desde hace tantos años, y que comenzara a ver la composición como mi faceta principal como músico.
CM: ¿Cuáles son los compositores clásicos y modernos que más lo han influenciado?
José Agustín Sánchez: Por ser yo un pianista, los compositores clásicos que más me han influenciado creo que son Chopin y Liszt, de hecho yo tocaba muchas de sus obras cuando era más joven. Siempre me llamaron mucho la atención sus melodías, su romanticismo y su estética. También me gusta Rachmaninoff. Entre los compositores modernos o intermedios vendría siendo Stravinsky, me gustan mucho los rusos. Pero más modernos aún debo nombrar a Astor Piazzolla, es un compositor argentino muy emblemático e importante en la historia latinoamericana, no lo considero como solo un compositor de tango, lo veo como un autor muy universal, muy importante y poderoso, mi música ha estado muy conectada e influenciada con su obra. Considero que en el momento que vivió, las cosas que hizo, tan vanguardista, la forma en que manejó sus melodías, el uso de la música tonal y como la manejó, fue algo muy novedoso.
Entre los compositores norteamericanos me llamó mucho la atención John Cage, más que todo por la conceptualidad que tiene de la sonoridad de todo lo que nos rodea, no solo de los instrumentos, la forma en que él vio las cosas que nos rodean, me llamó la atención como incorporó una gama sonora tan extensa y dijo “esto también es música”. Cage quiso jugar con el silencio, más con los distintos sonidos que nos rodean, como diciendo: “estamos aturdidos, vamos a escuchar otras cosas”. Me llamaba mucho la atención cuando vivía en Nueva york e iba a conciertos de él y veía la forma en como lograba que la audiencia rompiera tantos paradigmas que tenía y se abriera a entender y percibir la música desde otras perspectivas y puntos de vista, entonces esta concepción influenció mucho mi música y me ha dado como otros lentes para entenderla.
CM: En su música se nota una fuerte presencia del componente espiritual del ser humano ¿a qué se debe esta presencia?
José Agustín Sánchez: La música es energía, igual que el espíritu y yo siento que ambos se conectan. La música es el instrumento más cercano para poder entender el comportamiento del espíritu. Creo que la música nos sensibiliza y sublima esa parte animal que tenemos todos, para poder simplemente sentir y desconectarnos de la sociedad que es humana y material, para simplemente irnos al plano mental, espiritual, al alma como tal. Siento que todo es energía, todo, los humanos, la naturaleza, el cosmos, el universo, etc. Y todo está conectado, sabemos muy poco de ello, experimentamos muy poco de ello porque estamos conectados a una sociedad que nos absorbe y deja muy poco tiempo para poder estudiar mucho más esos campos cíclicos, espirituales y energéticos. A veces confundimos mucho la espiritualidad con la religiosidad, entonces siempre hay una confusión, una mezcla extraña que nos impide muchas veces la claridad en estos temas, pero allí entra la música, ese es su rol principal, conectar las almas, los espíritus: es el lenguaje universal.
CM: ¿Cuáles son sus composiciones favoritas? Usted ha mencionado antes que está contento con todas sus obras, pero siempre hay alguna predilecta.
José Agustín Sánchez: Es difícil decir cuál de mis obras es la favorita, porque cada una tiene un mensaje diferente, un mensaje que escribí durante un tiempo determinado, o viviendo una crisis, o viviendo ciertos momentos que tuve que presenciar, o dependiendo de las experiencias que me inspiraron, entonces no son comparables. Puedo decir que esta semana debido a la situación del país me identifico con Salsa en tiempos de paz, por dar un ejemplo, de repente mañana me puedo identificar más con Cinco discursos de paz. Cada obra tiene un mensaje pero no narran un cuento a diferencia de las inspiradas en las leyendas de Venezuela, porque son obras del folclore venezolana postradas en la música, eso ya vendría siendo un cuento, un motivo diferente que me llevó a escribirlas. Sin embargos el resto de mis obras, inclusive las de música de cámara, llevan un mensaje determinado, en una sociedad específica que trata de expresar sentimientos encontrados ante una sociedad en la que yo estoy viviendo.
CM: Son muchas las corrientes o tendencias de la composición contemporánea, ¿con cuál periodo o con cuál tendencia se identifica usted?
José Agustín Sánchez: Me identifico mucho con la época romántica, neoclásica, también con las tendencias modernas. Lo que pasa es que en esta época moderna que estamos viviendo, con la globalización, y con los aspectos tecnológicos podemos escuchar de todo; en la mañana estamos escuchando una ópera, al salir en el autobús suena un reggaetón, luego en un restaurante suena una balada y después te montas en un taxi y tienen puesto una ranchera y en la tarde te pones el ipod y escuchas otra cosa. Entonces el oído está sometido a una gama incontable de tendencias musicales y yo siento que la música sinfónica no se ha movido a ese mismo ritmo, se ha quedado por años y por años en tendencias que se desconectan de la sociedad y de la música popular. ¿Antes que era la música popular? Era la música con la que los grandes compositores en el pasado siempre estuvieron conectados y fue el material más importante que tuvieron a la mano para drenar el material con el que estuvieron trabajando.
Hoy día tenemos herramientas inagotables de distintas tendencias musicales de todo tipo, así como culturales y folclóricas a la que la tecnología nos permite tener acceso sin tener que viajar, y eso es algo que hay que incorporar, que los compositores deben incorporar. Entonces sí! Me identifico con el romanticismo, con la época dorada de los rusos, así como con las tonalidades de Arnold Schoenberg con sus tendencias de crear disonancias con las escalas de 12 tonos, su tendencia atonal amplio mi perspectiva en cuanto a mi música y a los colores que se pueden crear. También respeto la época minimalista que creo una tendencias distinta, en fin todo esto es importante, necesario, pero también me muevo con lo popular, entonces las tendencias han cambiado, se van con lo popular y nos dicen mucho de la sociedad en la que vivimos y es algo que debemos saber plasmar en la música para presentarlo al público.
CM: ¿Qué nos puede decir sobre sus planes o proyectos en cuanto a la grabación de discos?
José Agustín Sánchez: El primer disco que grabé fue con un ensamble que tuve en New York, era el Voodoo Trío, que tuvo la oportunidad de acompañarme durante mi viaje por China. Entonces tuvimos la oportunidad de grabar un disco titulado Riders, inspirado en viaje por China. Fue interesante porque fue la primera vez que pude fusionar el piano y la melódica con la percusión y la guitarra clásica. Hubo una mezcla interesante de distintos ritmos, como las tendencias latinoamericanas con la música oriental. Fue un proyecto que nació de un concierto y se fueron abriendo las puertas para que pudiéramos grabar el CD que fue editado en 2013.
Hoy día estoy trabajando en otro disco, un dueto para piano y melódica, que nació en los atardeceres en el desierto de Carora que mostraba unos colores surreales. Es un trabajo muy espiritual, inspirado en la naturaleza y una reflexión hacia lo que estamos viviendo. Aquí la melódica trata una vez más de llevar un mensaje. Trabajé con el poeta caroreño Jesús Enrique León, quien entendió el proyecto y se conectó muchísimo con los paisajes, entonces escribió un poema que contiene el CD, donde se trata de incorporar todos los temas que toca el piano y la melódica, es un mensaje llevado con la música y la poesía. Quiero destacar que este próximo CD es otro aporte de mi música para la sociedad venezolana.
CM ¿Puede adelantarnos algo sobre lo que serán los próximos estrenos de sus obras?
José Agustín Sánchez: En los próximos meses estaré estrenando mi primer concierto para violín y orquesta que se llama “La muerte del chepe”. El maestro Eddy Marcano lo ha estado estudiando, puliendo y practicando, él será el solista y esperamos estrenarla este año. Esta obra comenzó a tomar vida en Laos, en Cambodia. Originalmente la había escrito para piano y violín en New York, pero luego la transformé en el viaje por Asia para un concierto para orquesta sinfónica. Lo quise convertir en mi primer concierto para violín y está dedicada a la muerte de un gran amigo. Quiero estrenarlo con las orquestas de El Sistema y estamos trabajando en ese gran estreno.
CM: Usted tiene pensado hacer un viaje similar al que hizo en Asia, pero en los países de Latinoamérica. ¿Qué nos puede adelantar sobre este proyecto tan ambicioso?
José Agustín Sánchez: Esta gira por Sudamérica tiene una temática y se titula “Donde nacen las estrellas”, por ser Venezuela el primer país de ese recorrido para luego empezar a bajar por Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Quiero que sea por los países bolivarianos y que sea un viaje que me sirva de inspiración para escribir una obra que exprese y documente la transformación social, cultural, política y económica que Latinoamérica está atravesando en momentos tan históricos como los que vivimos hoy en día. Espero realizar esta gira el año que viene, está muy inspirado en mi viaje al Asia y sus aprendizajes. Espero contar con el apoyo de las embajadas de cada uno de los países que voy a visitar, para trabajar con sus principales orquestas, llevando mi música para que exista un intercambio cultural. Estimo que este recorrido durará entre 8 a 10 meses. La obra final o el principal fruto será estrenado por las orquestas de El Sistema cuando regrese a Venezuela.
CM: ¿Cómo ve el futuro dentro de la movida de compositores venezolanos? ¿Cree usted que hacen falta más oportunidades y festivales para estrenar obras de autores locales?
José Agustín Sánchez: Creo que Venezuela tiene las plataformas musicales para ser mucho más innovadores en cuanto a la música contemporánea. Tenemos orquestas en cada uno de los estados y eso es una gran ventaja. Creo que la figura del compositor residente debería es una propuesta que tanto El Sistema como los ministerios pertinentes deberían tratar de desarrollar, esto sería un incentivo para que los compositores se motiven a escribir. Tenemos increíbles compositores que se desmotivan o componen sin pasión porque no ven un panorama en el cual sus obras sean estrenadas, no ven una estructura sólida en la que sus obras tengan futuro y que garantice que su trabajo sea bien remunerado, más allá del hecho de que le están haciendo un favor por el hecho de tocar su música. Esta mentalidad hay que romperla, no es solo un favor, el compositor debe tener su justo valor como el que tiene el director, que es invitado a dirigir y hay demanda con buenas remuneraciones. El compositor debe ser visto de la misma forma, igual que los músicos, los solistas, los gerentes. Al compositor se le debe dar su peso en nuestra sociedad y tenemos como dárselo, porque tenemos las orquestas, tenemos un país sembrado de orquestas.
Siento que tenemos pocos festivales que apoyan las iniciativas de los compositores, hay pocas oportunidades, tenemos el Festival Latinoamericano de Música, que lleva el maestro Alfredo Rugeles que es muy importante y es excelente pero que abarca un porcentaje muy pequeño de los compositores que hay en Venezuela y que además se realiza cada dos años, debería ser anual, festivales como éste deberían tener gran apoyo. Entonces no hay una plataforma estable con la que el autor pueda darle seguimiento al crecimiento de sus obras, un crecimiento y desarrollo que les permita evolucionar como artistas. Siento que es un atraso que tenemos en Venezuela y que puede solucionarse a corto plazo, porque además estamos viviendo un momento con el que la creatividad puede ser explotada, lo que nos permitiría descubrir grandes compositores. Entonces es necesario hacer más, crear más festivales y las plataformas estables, seguras y continuas que le permitan a los compositores dedicar el 100% de su tiempo en la creación de obras inéditas.
CM: ¿Le gustaría algún día estar entre nominados y por qué no, ganadores del Grammy o del Oscar?
José Agustín Sánchez: Claro, me encantaría, son oportunidades a las que nadie está cerrado. Si es mi música, que sea valorada por el valor que tiene como música latinoamericana, venezolana, con nuestra identidad. Quisiera que en algún momento no muy lejano fuera una realidad, el poder llevar mi música a esas plataformas internacionales donde hay millones de personas en todo el mundo que la puedan conocer. Me gustaría participar y espero que esas oportunidades vengan pronto, estamos trabajado en eso.
CM: Hablando ahora de su faceta como director ¿cuáles son los directores que más lo han influenciado?
José Agustín Sánchez: Han sido aquellos con los que he tenido la oportunidad de trabajar. En Nueva York trabajé con 2 directores que no solo han influenciado mi música, sino también mi forma de pensar y de trabajar con las orquestas. El primero es Leon Botstein quien también es presidente del Bard College, donde yo estudié. El otro maestro es Harold Farberman, quien fue percusionista en la orquesta de Leonard Bernstein, fue su alumno y su sabiduría me influenció muchísimo en mi época de estudiante. Creo que estos son los dos directores que más me han influenciado, para mí son muy significativos.
Entre los venezolanos, existen muchos jóvenes directores dignos de admirar. Me gusta mucho el trabajo del maestro Joshua Dos Santos y también del maestro Alfredo Rugeles. Admiro lo que ha hecho el maestro Gustavo Dudamel y lo que ha hecho es histórico. Me habría encantado ver, personalmente, físicamente al maestro Abreu dirigir, los videos que hay en Youtube donde él sale dirigiendo son una joyas, es impresionante.
CM: ¿Qué representa para usted el maestro José Antonio Abreu? ¿Cómo fue ese acercamiento que usted tuvo con él hace unos años en el que le presentó su trabajo?
José Agustín Sánchez: El maestro José Antonio Abreu para mí es un gran visionario y una persona ambiciosa, siempre ha estado adelantado al momento o a la época que vivimos, siempre ha estado un paso adelante, es un gran genio. Creo que dentro de 30 o 40 años los que lo conocimos diremos: “tuve la oportunidad y la dicha de conocerlo y de vivir en la época en la que el maestro vivió”.
Cuando tuve la oportunidad de conocerlo, la primera vez él me llamó, yo estaba en Nueva York y el me citó, fui a su oficina, estaba muy emocionado. En ese encuentro él quería conocerme y darle un vistazo a mi trabajo. De mis obras él se interesó en Amazónica, la revisó hoja por hoja, compas por compas y quedó impresionado, de inmediato la mandó a programar con la orquesta. Esta fue mi primera impresión: estuve con una persona que sabía lo que estaba buscando, reconocía si había una idea original y si él consideraba que esa obra debía interpretarse. Además de su genialidad, su sabiduría y su visión era una persona con una autoridad impecable, con una disciplina honorable, con una filosofía similar a la de los japoneses, quienes tenían un dicho que decía: “tarde o temprano la disciplina vencerá a la inteligencia”. Es un ejemplo de constancia y de saber planificar.
CM: ¿Recuerda alguna anécdota en particular del tiempo en el que trabajó y compartió con el maestro José Antonio Abreu?
José Agustín Sánchez: Recuerdo que en los ensayos de mis obras, él se sentó al lado mío a escuchar y era como ver a un niño disfrutar de la música, ver esa sonrisa tan peculiar y esa mirada llena de brillo, entonces eso siempre me llamó la atención, el ver cómo una persona con tanto conocimiento y con una experiencia tan importante y de un gran recorrido cultural podía disfrutar del trabajo de alguien que está comenzando. Repito, él siempre tenía una visión que estaba más allá de lo que uno pensaba en el momento y siempre lo respetaré por eso, lo respetaré y lo admiraré por su trabajo que ha cambiado el mundo.
CM: ¿Cuáles son las libertades que le otorga el dirigir las orquestas que interpretan su propia música?
José Agustín Sánchez: Dirigir las orquestas para mi representa un panorama de aprendizaje sin igual, pienso que el compositor que también tiene la oportunidad de ser director se puede alimentar mucho más de lo que puede dar cada uno de los instrumentos. El nivel de entendimiento de cómo funciona una orquesta, del cómo los músicos se comunican entre ellos, la dinámica de los sonidos y los detalles prácticos son cosas que no se pueden aprender de una mejor forma que estando en el podio. Para mí siempre ha representado una ventana muy directa de aprendizaje, de probar ideas, de saber cómo las orquestas digieren el material que uno está escribiendo y de cómo uno puede mejorar la escritura para que las orquestas lo puedan entender de una forma mucho más práctica para que la música tenga un impacto mucho mayor tanto en los músicos como en la audiencia. Entonces cuando me paro en el podio siento que lo hago más como compositor que como director, siempre me voy con esa faceta de querer aprender y no de abordar a la orquesta como autoridad máxima que va a dar órdenes, sino simplemente como una mesa de aprendizaje científica, como un laboratorio donde estoy mezclando y aprendiendo constantemente, esperando también a que otro director haga la obra para así yo verlo desde otra perspectiva.
CM: ¿Cuáles son los directores que mejor han sabido interpretar su música?
José Agustín Sánchez: En Venezuela uno de los directores que mejor ha interpretado mi obra es Joshua Dos Santos cuando interpretó La Leyenda de EL Silbón. Joshua plasmó las ideas que yo quería y me hizo ver cosas que yo no podía ver en mi propia música. Entonces me parece interesante ver como un director puede captar y darle vida a distintas ideas que muchas veces uno como compositor no es consciente 100 % de ello. Hasta ahora puedo decir que Joshua ha sido mi favorito y me encantaría volver a trabajar con él. El maestro Alfredo Rugeles también hizo un excelente trabajo con Amazónica, dándole vida a una obra sumamente difícil en un corto periodo de tiempo.
CM ¿Cuán sacrificada es la vida de un compositor que además es director y también es pianista?
José Agustín Sánchez: Esta última pregunta describe todo lo que yo soy, todo lo que compone mi vida: componer, dirigir y tocar un instrumento. Estas tres facetas absorben todo lo que yo soy, todo mi tiempo, todo lo que yo pienso. Independientemente de que yo esté viajando o socializando, una de esas tres facetas se manifiesta. Siempre estaré enfocado en una de esas tres. Como pianista es la forma más inmediata de expresarme en la sociedad, con las palabras es limitado, pero como pianista puedo comunicarme con otros músicos, con otras culturas, de poder decir quién soy y cuál es mi personalidad. Con las otras dos facetas puedo desarrollar esas ideas en un plano macro e inmortalizarlas, llevarlas a otras generaciones.
Es muy sacrificado desde el punto de vista de que no existe un momento en que me pueda desconectar de esas facetas y diga que voy a vivir otras cosas. No es fácil, pero si es gratificante. En el momento en que me puedo sentar a disfrutar del fruto de esos recorridos tan extensos y de esos grandes trabajos simplemente allí es cuando puedo respirar y decir: “valió la pena”, eso es lo que me llena de energía para continuar y seguir en este camino aportando y disfrutando de la música que llegué a crear en un momento determinado.
Por: Roberto C. Palmitesta R.
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