La trilogía de Batman: el caballero oscuro es suficiente currículo para el director Christopher Nolan, quien también es responsable de otras películas exitosas como Interstellar, Inception o The Prestige. En el caso de Dunkerque optó por dejar a un lado la fantasía y la ciencia ficción para abordar un filme histórico, basado en hechos reales, específicamente en la “Operación Dynamo” que salvó la vida de miles de soldados británicos y franceses varados y amenazados por los nazis en la ciudad costera de Dunkerque, Francia en la Segunda Guerra Mundial.
Nolan optó por no otorgar un rol protagónico específico, no hay un rol principal y menos un héroe caracterizado por una superestrella; en este filme el protagonista son los acontecimientos y cada actor es simplemente un pieza que hace su parte. Bien pudo darle peso a Tom Hardy (con quien trabajó en Batman), pero ni aun así, porque Hardy pasó todo el filme montado en un avión, con la cara cubierta por un gorro de aviador y una máscara de oxígeno, solo al final de la cinta se le ve el rostro y el público reacciona exclamando “¡mira quién es!”. Lo mismo sucede con el gran Kenneth Branagh, quien da vida a un almirante británico, pero que no cargó con el peso de la historia. Hasta la voz de Michael Caine se escucha como el comandante de una flota de aviadores ingleses quien se comunica por radio con sus subordinados para girarles instrucciones.
La película es pura tensión y adrenalina desde la escena inicial, cuando soldados británicos deambulan por las calles de Dunkerque hasta la escena final cuando se da el esperado rescate. Lleva dos líneas de tiempo en las que transcurren los acontecimientos, una explica y complementa lo que sucede en la otra y esa brillante narrativa cinematográfica la llevó Christopher Nolan con mucha inteligencia y minuciosidad.
A Nolan le gusta jugar con arcos temporales, bien lo hizo en Interestellar y en Inception, pero aquí llega a la perfección encajando los relatos de todos los personajes sin que el espectador se dé cuenta. Las escenas bélicas son majestuosas, reales, creíbles, sin heroísmos fingidos y eso se agradece en un relato histórico.
Dunkerque además es una experiencia sensorial, que combina imágenes y sonidos para el manejo de las emociones del espectador. La edición de sonido y los efectos visuales son impecables, complementados por la banda sonora del maestro Hans Zimmer, dando como resultado una obra maestra, tanto desde el punto de vista artístico como desde el técnico.
Por: Roberto C. Palmitesta R.
[email protected]
@RPalmitesta @EscenarockFM