Estela no vivía en la misma dimensión dónde viven todos los seres humanos, no, ella hace su vida dentro de las notas musicales, las mira y las une como el ADN en las células humanas. Su cuerpo estaba en un plano y su mente un otro lugar diferente, quizá dentro de alguna escala. En su cuarto tenía una alfombra gigante de partituras de todo tipo y de diversos compositores, pero estaban desordenadas, ella simplemente se paraba encima de ellas y le encantaba conectar las notas para sacar nuevas composiciones, algunas maravillosas, otras geniales pero también una que otra sin sentido para el común denominador.
Le gustaba estar atenta porque no sabía cuando le entraría la inspiración para levitar y flotar entre las estrellas. Podía conectar notas de Liszt con Bruckner y Mendelssohn… o combinar Beethoven más Rachmaninoff y Villalobos; también podía ser Bach adjuntado a Prokofiev y a su vez a Grieg; en fin Estela generaba muchas combinaciones y repentinamente podía correr y tomar su viola, o sentarse en su piano para tocar y escribir alguna obra nueva; describía esos momentos como destellos o relámpagos que cruzaban su mente. Ella no mandaba, la música regía sobre ella, solo era un mero instrumento para conectar el sonido de las notas con los humanos, un puente entre dos dimensiones.
Modelo: Gabriela Samaan @gabrielasamaan
Foto: Gabriela Samaan