¿Quién pudo haber dejado tu alma desnuda de esa manera? ¿Quién abandonó a tu espíritu y lo dejó a su suerte? Tu boca no emite sonidos, pero no es necesario, porque tu rostro habla más que mil palabras. Te cansaste de andar por rutas espinosas que parecían de seda, pero pronto tu mente descifrará los enigmas y sabrá cuál llave abre cada cerradura.
Tu piel es deleite, tu sudor es dulce, tus curvas llevan a precipicios en cuyo fondo se encuentran varios enigmas. El hombre de intensiones sombrías lo sabe y quiere cubrirte de cenizas, pero el hombre de buen corazón quiere honrarte con loas…uno quiere envenenarte y dejarte.
Por: Roberto C. Palmitesta R.
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