(Creed II: La leyenda de Rocky)
ALERTA DE SPOILER
Hay que reconocer que una de las sagas más emocionantes de la historia de la cinematografía mundial es la del boxeador Rocky Balboa. Cuando ya había colgado los guantes en Rocky VI (20XXX) lo traen de vuelta como entrenador y padre adoptivo del hijo de su amigo-rival Apolo Creed para dar vida a una nueva saga, cuya segunda parte mantiene la emotividad y la intensidad de sus predecesoras. Ahora “Creed II: defendiendo el legado” llegó a las carteleras de Latinoamérica y debo admitir que es un filme muy bien logrado, es más que un blockbuster, es un drama deportivo que bien habría merecido nominaciones como sucedió con su predecesora. En 130 minutos, la cinta dirigida por Steven Caple Jr., más que peleas y acción, entrega al espectador hermosos mensajes de superación, tolerancia, respeto, dignidad, lealtado, nobleza y sobre todo: el valor de la familia por sobre todas las cosas.
En esta película vemos a un Rocky envejecido y golpeado tras su batalla contra el cáncer, pero en plena recuperación gracias a la energía que le imprime su “sobrino” y pupilo, Adonis Creed, aunque también se enfrenta al reto de recuperar la relación con su hijo biológico Robert, con quien siempre tuvo barreras tal y como se mostró en Rocky V y IV. Stallone vuelve a mostrarse magistral en su actuación, dando vida nuevamente al pugilista con el que ha convivido desde 1976, lo conoce tanto como a sí mismo y por eso su interpretación es fantástica, una vez más y sin apelar a su musculatura y a sus dotes de combate. Lástima que no le dieron el Oscar como actor de reparto en Creed I, merecido lo tenía.
Me gustó la manera en como introducen a los Drago, padre e hijo, de hecho el filme comienza con ellos, retirados, marginados y empobrecidos en una Ucrania inhóspita, exiliados de Rusia desde hace 30 años tras la embarazosa derrota de Rocky IV. El destino les cambia y les ofrece una oportunidad cuando el promotor de peleas Buddy Marcelle, espera a que Adonis Creed obtenga el campeonato mundial de boxeo para proponerle a los Drago que lo reten, dando lugar a la pelea del siglo.
Vemos a un Dolph Lundgren bien metido en su papel de boxeador frustrado, amargado y humillado, que busca su propia redención en su hijo, sin pensar en las consecuencias que esto pueda acarrearle al joven, tanto físicas como psicológicas. El boxeador rumano Florian Munteanu encarna a Viktor, hijo de Iván y con él sucedió lo mismo que con Lundgren cuando apareció en la gran pantalla en Rocky IV hace 3 décadas: un peleador de la vida real desconocido en el cine (Lundgren fue campeón sueco de karate estilo Kyokushinkai y boxeador amateur) del cual explotarían su enorme físico y porte de atleta, y solo le darían pocas líneas en el guión. Sin embargo el rumano se defendió muy bien con sus expresiones corporales, transmitiendo una frialdad intimidante.
La escena en la que Ivan Drago se consigue con Rocky en su restaurante de Filadelfia es memorable, quien haya seguido la franquicia cinematográfica entenderá el peso que acarrea este cara a cara; igualmente épico es su posterior encuentro en el cuadrilátero, 30 años después, esta vez como entrenadores, pero disparándose mutuamente miradas de fuego. Entre guión y actuación lograron hacer que se sintiera la enemistad y la rivalidad mantenida durante décadas, porque la trama lidia con un problema de odio y venganza entre familias, los Drago por un lado y por otro parte los Creed-Balboa. Ese ambiente denso e incómodo tenía que sentirlo el espectador y afortunadamente actores, director y guionistas lograron hacer que fuera verídico.
Cuando le ofrecen el reto a Adonis de enfrentar a Drago hijo, el dilema surge como una enorme avalancha, porque Rocky no quiere que se repitan los trágicos acontecimientos de hace 30 años, que derivaron en la muerte de Apolo en el ring de boxeo, pero Adonis quiere limpiar el nombre de su padre, desatando su orgullo, así como la arrogancia que lleva en la sangre, aceptando la publicitada pelea, lo que trae consecuencias tanto con su maestro, como con su entorno familiar de cara a la paternidad. Una vez más Tessa Thompson lo hace muy bien como Bianca, es la nueva Adrian, brindando el apoyo psicológico que su pareja requiere desde todo punto de vista.
La banda sonora vuelve a ser gran protagonista, sin ella, parte del suspenso y la emoción del filme no habrían tenido tanta solidez. Una vez más la música que integran el estilo tradicional del score con el hip-hop ideado por Ludwig Göransson le da más color al personaje de Adonis, más aún cuando se combina con los pasajes sonoros que traen las melodías más populares de la banda sonora de Rocky creada por Bill Conti en 1976 y que ha ido mutando. También me gustaron las melodías oscuras con las que presentan las escenas en las que aparecen los Drago, al igual que las fanfarreas que rodean las escenas en los cuadriláteros, ni hablar de las maravillosas canciones interpretadas por Tessa Thompson, recordemos que su personaje, Bianca, es una conocida cantante dentro del filme.
Las escenas de combate y entrenamiento están muy bien logradas, bastante reales y sin tantos excesos. Excelente labor del equipo de maquillaje e iluminación, que sumada a la adecuada caracterización de Michael B. Jordan, llevan al espectador todo el dolor y sufrimiento físico que tuvo que atravesar, más sus múltiples dilemas psicológicos y batallas internas. Jordan en su segunda aparición de la saga logra darle mayor madurez y credibilidad a su personaje; reviste un gran mérito todo el trabajo físico que para él implicó crear un Creed más digno y parecido a Apolo.
Phylicia Rashad le da vida a una muy real y enérgica Mary Anne Creed: la viuda de Apolo y madrastra de Adonis, quien en esta oportunidad tiene un rol más protagónico, tratando de que su protegido no pierda el juicio y termine como su padre, siendo un importante punto de unión familiar. Breves pero sorprendentes fueron las apariciones de la actriz, modelo y cantante danesa Brigitte Nielsen (fue esposa de Stallone en la vida real), como la villana y frívola ex -esposa de Ivan Drago, así como de Milo Ventimiglia en el rol de Robert Balboa, quien acepta con los brazos abiertos el regreso de Rocky a su vida, quien ahora es abuelo.