En la movida rock de Suecia ha pasado de todo, y desde hace años los suecos se han dedicado a revivir de la mejor manera tendencias del pasado como el glam o el hard rock ochentoso, pero también se han aplicado al post-punk y una de las principales representantes de ese revival es Then Comes Silence. Pero este cuarteto sueco, a diferencia de otras agrupaciones, se alejan (no del todo) de la influencia de Joy Division y The Chameleons, para tomar en cuenta a otros grupos de los 80’s más pesados como Killing Joke.
Hay que darle las gracias y otorgarle los méritos que merece a la disquera Nuclear Blast por darle la oportunidad a bandas como Then Comes Silence o Diablo BLVD, quienes rememoran el sonido de otras épocas pero utilizando influencias modernas para no quedarse en el aparato.
The Comes Silence con “Blood” ofrece un disco muy interesante, pegajoso y hasta divertido. Fieles a la ideología post-punk buscan belleza dentro del caos, con mucha clase y hasta elegancia. Son irreverentes pero serios en su propuesta, con un trabajo de producción mágico y orgánico. Hay presencia de algunas atmósferas del gótico a lo Nick Cave, pero también sonoridades que viene del New Wave de los 80.
Para entender mejor esta placa, hay que hablar un poco de la ideología que envuelve al Post-punk, una corriente que se convirtió en un fuerte torrente durante los años 80 y que permeó a los 90. En aquella época se hablaba y se criticaba el mundo polarizado entre capitalismo y comunismo, junto a la amenaza nuclear, creando un caos ideológico y social y justamente de eso se alimentaron muchas bandas de punk y post-punk, estilo que no ha muerto, porque ahora el mundo no es mejor que en aquellos 80, en los que éramos felices y no lo sabíamos; ahora el planeta tierra es más enfermo y decadente, con la violencia como imperio y conflictos bélicos en todas partes. En la actualidad hay mucho que decir y que criticar por parte de bandas como Then Comes Silence con su música melancólicamente brillante, sórdida, surrealista, pero alcanzando el equilibrio entre la rudeza propia del género y la melodía.
“Blood” es un disco guitarrero, al estilo Killing Joke, pero también se encuentran lugares comunes que traen a la memoria el trabajo de grupos como The Swans o Sisters of Mercy. La batería de Jonas Fransson es cruda y palpitante, es un goteo incesante que consume a la roca y el sonido del bajo es muy punk, pero también oscuro y sólido, asemejando un corazón con arritmia. Se siente la influencia de David Bowie, no solo a nivel musical también en la manera de cantar de Alex Svenson.
Por: Roberto C. Palmitesta R.
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