La leyenda del metal brasileño “Sepultura”, traen su álbum de estudio Nº 15 con este sensacional “Machine Messiah”, un disco más experimental y mucho más complejo a nivel compositivo que sus anteriores, además tiene toques psicodélicos, influencias orientales, el uso de elementos hasta progresivos, más el empleo de teclados e instrumentos de cuerda como el violín pero en un rol sobresaliente más que un mero acompañamiento; a su vez la percusión latina y los ritmos brasileños cobran mayor presencia en esta placa.
El trabajo de Andreas Kisser en la guitarra y de Eloy Casagrande en la batería está cargado de virtuosismo, demostrando el altísimo nivel musical y las habilidades técnicas con las que cuentan. Paulo Jr. sigue allí con su estilo marca de fábrica y el norteamericano Derrick Green ofrece su mejor trabajo vocal desde que entró a la banda hace casi 20 años.
“Machine Messiah” es el octavo disco de Sepultura desde la salida de Max Cavalera y el cuarto desde la partida de Igor Cavalera, cuenta con un sonido muy diverso en cuanto a estilos y una producción muy ambiciosa a cargo de la propia banda y del experimentado Jens Bogren (Opeth, Arch Enemy, Ihsahn, Kreator, Angra). En dos canciones colaboran como compositores los artistas japoneses Kyouchi Azuma y Toru Fuyuki. En resumen quizá sea el mejor trabajo editado por la banda desde “Roots” (1996) y firme candidato a disco del año 2017.
“Phantom Self” es un tema que demuestra hasta donde llega la imaginación para componer de Sepultura, con toques psicodélicos y al mismo cargado del encanto de los ritmos latinos y la música brasileña. Aquí juega un rol importante la orquesta de cuerdas Myrath, conformada por músicos del Medio Oriente bajo la batuta de Kevin Codfert. El dueto entre los violines y la guitarra de Kisser es impresionante.
“Sworn oath” es una joya musical con sus 6 minutos, destacando la labor de la dupla Kisser-Casagrande a cada instante. También tiene toques progresivos muy llamativos. En el medio de unos riffs característicos del thrash hay cambios de tiempo, sonidos psicodélicos, teclados que dibujan atmósferas y melodías que evocan la influencia místico-religiosa.
El tema instrumental “Iceberg Dances” compuesta entre Casagrande y Kisser es un derroche de calidad y virtuosismo entre ambos, quizá sea el mejor corte del disco, con unos ritmos pegajosos y llenos de frenesí, hay hasta un órgano hammond que suena de fondo más la presencia de la percusión latina combinada con guitarras acústicas en algunos segmentos. Los temas más complejos contrastan con otros como “Vandals nest”, una canción violenta y directa, entre el thrash, el hardcore y hasta el death melódico.
Por: Roberto C. Palmitesta R.
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