Muchas veces habrán oído aquella expresión que dice: “El cambio comienza por uno mismo”. Cada día que pasa lo certifico, basta sentarse con calma y observar a nuestro alrededor. Como trates a los demás, así te tratarán: si miras mal a una persona puede que te salga algún empujón en la mitad de la calle; si hablas golpeado, recibirás mínimo un grito o una mirada torcida llena de odio. Un “buenos días”, un “gracias” o un “disculpa” puede hacer más ameno el día de cualquier persona y, obviamente el tuyo. Solo hay que ponerlo en práctica.
Vivimos días tan complicados, que lo que recibimos a diario es el aroma de la hostilidad, de la desesperanza, de una rabia comprimida que lleva años gestándose gracias al verbo violento que caracteriza a este régimen; un odio que nos han inoculado desde hace 17 años y que ahora parece habernos cambiado hasta el ADN.
Todo se ha deteriorado tanto en estos años que cada vez son menos los que realmente se esfuerzan por brindar un servicio eficiente y cordial a sus clientes. Todo parece no importarles, ni porque signifique una ganancia monetaria. ¿Dónde queda ese esfuerzo de mantener al cliente contento para ganárnoslo e ir creando fidelidad en un mercado tan difícil? Cuando los productores pasamos por este tipo de cosas, provoca tirar la toalla, pero es ahí cuando debemos detenernos, respirar y demostrar que aun así, se pueden organizar y producir eventos de calidad.
Lo cortés no quita lo valiente.
Definitivamente hay que exigir siempre un mejor trato, no debemos acostumbrarnos – ni mucho menos permitir -lograr nuestros objetivos a medias: un sonido que no dé la talla, que resuelvan nuestras inquietudes a última hora, que no nos respondan cuando necesitamos solventar cualquier contratiempo… En fin, debemos esforzarnos por hacer las cosas cada día mejor, y todo es cuestión de actitud y de la pasión que se tiene por lo que se hace.
Ahora es cuando queda trabajo por hacer en este país y el trabajo es interno: viene de cada uno de nosotros el no comernos una flecha en una avenida, no tirar la basura al piso, ser cordiales y respetuosos, ir sembrando nuevamente la tranquilidad, la generosidad, el ayudar al que tenemos a nuestro lado. Apoyar instituciones como Fe y Alegría, que están haciendo un esfuerzo inmenso en estos días de escasez para que los niños puedan llegar y tener un plato de comida; acciones como las del cantante Nacho, de intentar donar medicinas a los hospitales, ayudar a niños enfermos, visitarlos, hacerlos reír. Resalto intentar porque aunque el objetivo no se logre, eso es infinitamente más que la estéril manía de criticar.
Nosotros hacemos y construimos el país, de nosotros depende cambiar de rumbo o seguir en el que estamos.
Por: Mónica Herrero
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