En mi experiencia dentro de la música que data de mediados de los años 80, he podido apreciar una triste característica del artista venezolano: le encanta criticar y no precisamente en forma constructiva, cosa que no he visto tan marcada en otros países, sobre todo los europeos. Las rivalidades siempre han existido, es algo natural en el ser humano y eso es en todos los rincones del mundo. Pero en Venezuela podemos ver un panorama realmente enfermizo en el que la mayoría (no todos gracias a Dios) se consideran los primeros, los mejores, los superiores, los originales, los que tienen más derecho; todos creen que inventaron el agua tibia y el espíritu de colaboración pertenece a pocas excepciones.
Llueven quejas y frases como “esa banda no merece ser llamada de esa manera, la mía tiene más tiempo”, “yo fui quien inventó ese estilo, no ellos”, “yo tengo más años en la movida así que yo cierro el concierto” (y tienes 20 años con un solo disco), “¿cómo consiguió esos patrocinantes? No se lo merece”, “mi banda tiene más nivel que esos mamarrachos, no deberían estar sonando en la radio”, “mi disco es mejor, el de fulano suena mal”, “A esos pendejos no les fue nadie al toque en cambio yo llené el local”, “yo fui el primero en incluir esos elementos en la música pero a él lo reconocen más”, “fulano compró al jurado porque yo soy mejor”… y así podría llenar 100 páginas. El problema es que ninguno de los que han usado estas frases se ha puesto a analizar el porque de los hechos o por qué otros han llegado más lejos, para buscar un aprendizaje o mejor aún, intentar crear alianzas.
Muchas bandas se quejan de que nadie va a sus conciertos, pero los mismos que se quejan no van a los conciertos de los demás… ¿y entonces? La gente se queja de que no hay casi programas de radio especializados en determinados géneros musicales, pero los pocos que hay no los escuchan o lo que es peor aún, con una envidia irracional se burlan o formulan las críticas más destructivas que puede haber. ¿Cómo se crea una movida radial e intercambio cultural de calidad con esta mentalidad?
El problema también radica en que aquí en Venezuela casi nadie acepta críticas y la arrogancia prevalece. Además de las bandas que meritoriamente y con un gran esfuerzo graban sus discos, hay quienes contra viento y manera organizan conciertos, festivales, premios, foros, conferencias, ferias y un largo etcétera, lo cual está muy bien y es digno de aplaudir, pero el problema es que, sin robarle mérito a nadie, algunos de los protagonistas NO ACEPTAN CRÍTICAS y hablo de críticas hechas con buena intención o por personas que simplemente quedaron decepcionadas por un evento o producción y tienen derecho a expresar su frustración o desacuerdo, y hasta cierto punto al público hay que oírlo. Afortunadamente no todos son así (tercera vez que lo digo), pero hay quienes descalifican, insultan, rompen amistades, declaran guerras y hasta recurren a la violencia física y verbal en contra de quien los critique o les haga alguna sugerencia. Le mejor manera de mejorar y evolucionar es admitiendo los errores – que todos los cometemos – pero si no se admiten ¿cómo se superan?
Uno de los pocos escenarios donde podemos ver un verdadero espíritu de cooperación, en donde se busca el bienestar colectivo y no individual y donde los más famosos y experimentados ayudan y comparten que los que vienen atrás, es en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. Esta institución que acaba de cumplir 41 años, creada por una de las grandes mentes maestras de la humanidad, el maestro José Antonio Abreu, ha convertido a Venezuela en la primera potencia mundial en el difícil mundo de la música clásica, por encima de países como Alemania, Austria, Italia y Rusia. Este fenómeno hoy día acoge a más de 787 mil niños y jóvenes, creando 1681 orquestas y 470 coros en toda Venezuela, contando con 10191 docentes que laboran en 440 núcleos distribuidos en todo el territorio nacional. Además, El Sistema ha sido replicado en más de 50 países distribuidos en 5 continentes. Pero ¿qué es lo que hacen muchas personas desde ciudadanos normales hasta músicos y gestores culturales? Lo critican, hablan mal de El Sistema o se esfuerzan en encontrarle defectos y lo hacen por envidia, por resentimiento, porque ellos no forman parte de ese fenómeno, por mezquindad y hasta por ignorancia.
El Sistema debe ser un orgullo nacional y un ejemplo a seguir por los venezolanos, de la misma manera en que ha inspirado instituciones similares en 50 países. Por lo visto, aquí sigue imperando el dicho de que nadie es profeta en su tierra y de esto, ya hablando del medio musical en general, tienen en parte la culpa los diversos medios de comunicación (no todos porque muchos de ellos le han brindado un gran apoyo, abriendo importantes espacios), especialmente los medios masivos. Enferma como en otros países nuestros artistas son tratados como héroes y ocupan las primeras planas de los periódicos, les dedican importantes espacios y aquí, en su propia tierra, deben mendigar por un pequeño reconocimiento.
Busquemos un buen ejemplo en el rock, caso concreto el del cantante y guitarrista Marcos Rodríguez (ex – integrante de la histórica agrupación Torre de Marfil). ¿Cuántos rockeros no soñaban con que un venezolano formara parte de las grandes ligas del rock-metal? Bueno, ahora lo tenemos: Marcos Rodríguez es guitarrista de RAGE, agrupación alemana que cuenta con 31 años de carrera artística, con 22 discos de estudio editados, muchos de ellos ganadores de premios y reconocimientos en la difícil escena europea, donde no cualquiera se abre camino. También está considerada entre las 10 mejores bandas en la historia del rock alemán que ha girado en los festivales más importantes. Lamentablemente, en su propio país, fueron pocos quienes le dieron la importancia que merece a un hecho histórico y trascendental como este. Estoy hablando desde medios informativos hasta el ciudadano común en sus muros de Facebook. Muchos “especialistas en rock” me preguntaban cuando les contaba la noticia: “¿quién es Rage?”… sin comentarios.
Otro caso es el del venezolano Federico Agreda, mejor conocido como Zardonic, quien durante el mes de febrero de 2016 encabezó el TOP 5 de los discos más vendidos en Japón junto a Dream Theater, Megadeth, Conquer Divide y Fleshgod Apocalypse, con su última producción discográfica titulada Antihero. Zardonic es un teclista, DJ, compositor y productor mejor conocido por su mezcla de rock y metal con distintos ritmos de la música electrónica. Pero en su Venezuela natal las mentes ignorantes lo llaman “changuero”, “pachanguero” o “traidor al rock” (si, hay cerebros patéticos capaces de hacer estas afirmaciones).
Con Sibelius, una de las mejores bandas de rock del momento tenemos un gran ejemplo de emprendimiento. Desde hace seis años organiza el SIBELIUS FEST, el primer y único festival dedicado a los ejecutantes de la guitarra eléctrica. Las tres primeras ediciones se hicieron con las uñas, casi sin aliados y sin patrocinantes. Pero abrieron camino y sentaron un precedente, tanto que las últimas ediciones han contado con un buen número de sponsors que han creído en esta loable iniciativa, producto tanto del talento musical como de la habilidad gerencial de su líder Philipp Scheer. Gracias a Dios, el festival crece cada año, se ha ganado el favor de los medios de comunicación y ahora se realiza también en Colombia y México. Lo triste es que hay quienes en vez de sumarse a la iniciativa o aprender de ella, se dedican a criticarla o hay quienes le han dado la espalda al proyecto por pura mezquindad.
Hablemos de los Unión Rock Show, un espacio único para el desarrollo del rock creado por Daniele Nocera y Mariliz Betiol, dos jóvenes emprendedores que no han hecho otra cosa más que creer en el apoyo al talento nacional. Ya llevan 8 años y hasta tienen unos premios con los que honran a actores principales de la escena del rock venezolano. ¿Qué sucede? Hay quienes los critican acusándolos de payoleros o de tener una “rosca” con la que favorecen a sus amigos y bandas que les pagan por el espacio, hasta les han llamado “Unión rosca show”, lo cual es absurdo porque la selección de las bandas del festival se realiza mayormente mediante votación popular que se hace pública y a la vista de todos. En vez de restar ¿por qué no sumamos? Y los ayudamos, y si tienes una crítica o queja, bueno se la planteas con profesionalismo.
Con los festivales o bueno… los pocos festivales que quedan en Venezuela ¿cuántas críticas no reciben cada uno de ellos? Pero críticas para derrocarlos y al paso que vamos pronto no quedaran sino uno o dos festivales (ojalá haya un cambio y esto no suceda), sin contar los que están politizados y solo aceptan a militantes de tal o cual ideología. Si ya la crisis económica golpea a los festivales y los patrocinantes son especies en peligro de extinción… ¿los vamos a golpear también con malas críticas sin sustento o sin base?
Félix Allueva tiene casi 26 años haciendo el Festival Nuevas Bandas (FNB), que ya es una institución en el país con todo un staff que lo hace realidad. Es un proyecto digno de admirar y hay que reconocerlo, es tan real su éxito e influencia como la luna, el sol, el mar y las montañas. Entre los que lo critican ¿alguno de ellos entiende lo difícil que es mantener un festival durante 26 años y en un país como Venezuela? Muchos de los críticos del FNB no son capaces de arreglar una fiesta de cumpleaños, pero hablan mal solo porque las bandas que allí participan no les gustan. ¿Por qué en vez de hacer daño con su ignorancia no organizan ellos un festival con las bandas que si les gustan? La misma gente del FNB imparte talleres con otros aliados sobre cómo producir eventos y manejar agrupaciones musicales ¡aprovechen estas iniciativas en vez de perder el tiempo hablando mal!. Nadie puede negar que el FNB ha sido el trampolín para varias de las agrupaciones más exitosas que ha tenido Venezuela y muchas otras más se han podido dar a conocer saliendo del anonimato. La gente habla mal del criterio de selección de los ganadores de este festival, pero ¿por qué no se acercan al equipo del FNB y les llevan sus sugerencias y las plantean opciones? ¿Les da miedo o qué? Ellos son personas muy abiertas y de buen criterio (como las hay pocas) como mis amigos William Padrón y Max Manzano por ejemplo. Pero es más fácil destruir y regar falsos rumores sobre el festival más sólido y constante que ha tenido el país. Hay que saber decir las cosas de frente, así como Félix Allueva ha tenido siempre el valor de decir las cosas de frente.
El peor caso del no saber usar la crítica es el de quienes son dueños o trabajan en medios digitales dedicados al rock que no se arriesgan a hacer críticas y donde todo es perfecto, nada sale mal, un “jalabolismo injustificado y me perdonan la expresión. Es común escuchar a muchos supuestos “comunicadores” declarar cosas así: “No puedo hablar mal de este concierto porque si lo hago los productores no me vuelven a acreditar como prensa y entonces tengo que pagar entrada” (no pueden entrar gratis, que lástima vale), “no puedo hablar mal de ese disco porque si no fulano no me regala más CD’s y ya no será mi amigo”, y así se ha creado mala costumbre de decir que todo está bien y todo salió perfecto, cuando en realidad se necesitan con urgencia buenas críticas y sugerencias para ayudar a construir una movida musical golpeada por la fuerte crisis que agobia al país.
Los premios, hablemos de los premios, tan necesarios para motivar y reconocer el trabajo de nuestros artistas. En Venezuela, distintos productores y empresarios, instituciones públicas o privadas, programas de radio y otros medios de comunicación organizan sus premios o nombramientos en reconocimiento al talento nacional de diferentes géneros musicales. Algunos ofrecen recompensas en efectivo (casi ninguno hoy día), otros instrumentos musicales, horas de grabación en algún estudio, material POP o algún producto proveniente de patrocinantes u otros con mucha humildad y seriedad solo pueden ofrecer un trofeo o un diploma porque lamentablemente la situación de Venezuela así los obliga (pero créanme que un simple gesto de este tipo para un músico significa muchísimo). Pero si estoy escribiendo un artículo donde digo que hay que hacer críticas en pro de ayudar o contribuir a que la escena musical mejore, debo dar el ejemplo con mi sincera opinión y es que algunos organizadores de premios o festivales (de distintos géneros) se dedican a premiar a sus amigos, a los artistas o bandas favorecidas por sus patrocinantes, compran o influyen sobre los jurados o hasta le otorgan los galardones a los menos indicados buscando algún tipo de favor. Con estos resultados lo que hacen es desmotivar y estropear la credibilidad. Peor sucede cuando los organizadores o miembros de algún jurado descalifican o desestiman a un artista solo porque este artista en algún momento los criticó y esta aseveración nos lleva de nuevo al comienzo de este artículo. Me faltó hablar de los más ruines, los destructores de la cultura: ellos son los que premian o benefician según la ideología política del artista y desgraciadamente eso sucede en Venezuela, es un hecho palpable y no solo en la música, pasa en diferentes manifestaciones artísticas.
Hablemos de las publicaciones impresas. ¿Cuántas personas no se quejan por la falta de medios impresos especializados en música? En todo caso ahora en Venezuela hay un factor que ha obligado a casi todas las revistas a convertirse en digitales: no hay papel y el que se consigue es carísimo, además los costos de las tintas son impagables por el tema del dólar, no hay divisas y también, vuelvo a decir que los patrocinantes son especies en peligro de extinción. Pero veamos algunos ejemplos: el más exitoso corresponde a Juan Carlos Ballesta con la Revista La Dosis, una excelente iniciativa con un nutrido grupo de redactores y que trata de abarcar distintas tendencias musicales, que además, se esfuerza en organizar eventos musicales. Pero lamentablemente no faltan las malas críticas y los detractores. En el rock yo vi nacer y morir a dos excelentes publicaciones de las cuales formé parte como redactor: las revistas Rock Total (de Juan Manuel Ponce) y Mattey (de los hermanos Roberto, Rafael y Leonardo Mattey). La primera es de Valencia, desde que salió el “rockero promedio” comenzó a hablar mal porque veían que sus bandas no aparecían o porque sus afiches eran impresos en blanco y negro. ¿No era mejor escribirle a la revista y pedir un espacio o una entrevista y esperar a la próxima edición? ¿No era mejor unirse y ayudar a buscar un patrocinante?
Por otro lado, la Revista Mattey de Caracas, lo tuvo todo para llegar a ser una publicación de corte internacional, con un trabajo de diseño insuperable, inclusive muchas bandas de rock de otros países felicitaron a sus creadores por tan buen trabajo; recuerdo que yo mismo envié a Helloween una copia del ejemplar donde ellos aparecen y su manager me comentó que se sintieron muy complacidos. ¿Qué sucedió? Las mismas críticas mezquinas y casi nadie quería pagar por una revista hecha en Venezuela. Tristemente tratamos a las patadas a las iniciativas locales y las creemos inferiores solo porque son hechas en Venezuela. También, en ambos casos de estas publicaciones, sufrieron el problema de la falta de inversión publicitaria y de patrocinantes. Al menos Mattey continuó como un medio digital brindando un gran apoyo a las bandas. En todo caso los felicito nuevamente a ambos y para mí fue un honor trabajar con ustedes. Hay otros factores que influyen como lo es el saber mercadearse pero eso es harina de otro costal y lo trataremos en otro artículo.
¿Qué hay que hacer para generar un cambio? Quiero ser sincero y decir que la tarea es difícil. Comienza por entender que nuestra escena musical es pequeña, no somos México o Brasil que tienen una población tan numerosa que hay mercado para todo. Debemos abrir la mente, no cerrarnos y aliarnos. La palabra unidad está muy trillada y hasta politizada en Venezuela, pero quizá es eso lo que nos falta, unirnos y sumar, no separarnos y restar. He visto muchas alianzas que han resultado positivas por instituciones que antes rivalizaban y ahora descubrieron que juntas pueden obtener grandes beneficios.
Cuando digo abrirse me refiero a saber escuchar críticas y recomendaciones; también a escuchar y apreciar otras tendencias musicales, a crecer culturalmente y entender que nos necesitamos mutuamente en vez de hacernos la guerra. Por ejemplo: qué maravilla que en Colombia un mismo organizador presenta los festivales Al Parque: Rock al parque, jazz al parque y salsa al parque; allí se favorecen todos y caben artistas de diferentes ideologías, sin discriminación.
En Cresta Metálica queremos crear un espacio para la opinión y la crítica, para construir y apoyar (a veces la mejor forma de ayudar a alguien es hacerle ver sus errores), sin máscaras, sin hipocresía y sin temor, porque en nuestra filosofía el equipo que aquí labora está de acuerdo en que la escena musical venezolana necesita justo eso. Están todos bienvenidos a participar en Cresta Metálica, ¡trabajemos juntos! ¿Les gusta la idea?
Por: Roberto C. Palmitesta R.
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